Diario de un Viajero (Día 16) Dedicado a mi madre y mi hermana Carmen

Llegó el gran día, el esperado, el soñado y deseado, con ganas de alcanzarlo por saber que cumplimos el objetivo trazado hace unos meses cuando hablamos de hacer el Camino de Santiago, y con la lógica tristeza de saber que ponemos punto y final a esta apasionante experiencia que hemos llevado a cabo estas dos últimas semanas.
Por ello nuestro caminar hoy fue más lento y pausado que días anteriores, no por cansancio, sino por frenar esa llegada que cada vez teníamos más cercana…
Santiago apareció entre brumas. Desde lo alto del Monte del Gozo, iniciamos el trayecto final. La Catedral se dejó ver tras aquella esquina. Aquella que tantas veces observé, más bella que nunca, ante los ojos de un peregrino.
Cumplí con la tradición y me recosté en el suelo de piedra con mi mochila como almohada dejando pasar el tiempo observándola, hablándole. Contándole que otra vez estaba allí para verla, en un Camino muy especial por el recuerdo de mi madre y mi hermana, que nos dejaron este año, y para quien va dedicada esta jornada final.
En esa charla interna, invadieron mi mente los caminos de tierra, fango y piedra; los vergeles interminables, la niebla, el mugir de inmensas vacas y la bondad de las personas del Camino. Mientras pensaba que esta aventura finalizó, otro sueño comenzó a nacer: el Camino es interminable y siempre se abrirá uno nuevo ante nosotros.
Cada paso de este trayecto han estado presente mis seres más queridos, con mis cuatro hijos en cabeza de carrera, mi nieta… y como no, tampoco dejaron de estar en mi corazón, en cada paso que dimos, Mari Carmen y Menchu, que nos acompañaron gozosas y alegres al vernos disfrutar con pasión de esta aventura que aunque toca a su fin nunca se cerrará para nosotros…
Por MANÉ PAREDES by Salteras Actualidad
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Fernandovillalo 24